¿Soy el padre que quiero ser o sólo el que a duras penas puedo?

Padres son aquellos que Forman, no quienes traen niños al mundo.

La función primordial de los padres es entrenar a sus hijos para la independencia.

Este concepto remarca la importancia de enseñar a los hijos a valerse por sí mismos, a protegerse de los peligros y enfrentar las consecuencias de sus actos de manera exitosa.

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Distinguir las estrategias que funcionan de aquellas que son contraproducentes, es el reto que todo padre enfrenta con gran temor de equivocarse, especialmente cuando la información con que cuenta suele ser confusa y contradictoria.

Hemos escuchado cientos de veces que una buena disciplina fomenta la responsabilidad, pero las nuevas corrientes hacen hincapié en fomentar la curiosidad, la creatividad y la iniciativa del niño.

Entonces, ¿que método es el adecuado? ¿Cómo encontrar el equilibrio entre impulsar a un niño a desarrollar su potencial pero evitar convertirse en cómplice de una insubordinación patológica que convierta a nuestros pequeños en delincuentes?

Los mejores criterios son aquellos basados en la calidad del afecto y en un entrenamiento que permita al niño aprender a discernir lo correcto de lo errado y a asumir las consecuencias de sus actos.


Reglas de Oro.


  • Demuéstrale que lo amas y lo consideras un ser valioso.
  • Evita las comparaciones en torno a sus aptitudes o fracasos.
  • Realiza actividades con él como leer un libro, practicar algún deporte, armar rompecabezas o participar en un juego educativo.
  • Dale instrucciones basadas en acciones concretas y no en ideas sujetas a interpretación. En lugar de decir “tienes que cooperar en la casa”, explícale lo que esperas de él, como que guarde sus juguetes después de usarlos, a más tardar a qué hora y aclarando las razones por las que debe actuar de tal manera.
  • Pon el ejemplo. Los niños imitan lo que ven, más que hacer lo que se les dice.
  • Interésate por sus pasatiempos, problemas y amigos.
  • Escucha con atención cuando él hable.
  • Felicítalo o Recompénsalo por sus esfuerzos.
  • Confía en tu hijo. Dale la oportunidad de demostrarte de cuánto es capaz.
  • Admite tus propios errores.

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Aunque los padres solteros disponen de menor tiempo para compartir con sus pequeños, ya que deben dividir su día entre el trabajo, las tareas domésticas y la educación elemental de sus niños, haciendo de padre y madre a la vez, reservar unas pocas horas a la semana o unos 30 minutos al día puede hacer la diferencia entre estrechar la relación con sus hijos o verlos crecer como extraños.

Para las parejas tampoco es sencillo. Estas deben delimitar los espacios que dedicarán a los infantes, separándolos de aquellos otros destinados al fortalecimiento de su relación.

Será imprescindible coordinarse para planificar un mismo sistema bajo el cual reprenderán, darán permisos e impondrán disciplina. Procurando abstenerse de enviar mensajes contradictorios que pudieran resultar confusos para los niños.


La Mejor Disciplina.


Pocas estrategias son más eficaces y perennes que Educar en el Amor.


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Educar en el Amor significa repetir incansablemente a tu pequeño que lo amas incondicionalmente, sin importar qué suceda…

…Que lo amas cuando lo castigas, y lo castigas porque lo amas.

…Que lo amas cuando lo corriges y lo amas cuando te enojas.

…Que lo amas cuando te preocupan sus acciones e insistirás por ello en que se convierta en el mejor hombre o mujer que pueda ser.

Y a la hora de imponer disciplina, recuerda tú que lo amas y que ese amor te mantendrá firme, apoyándote en estos principios:

  1. Establece reglas, especificando cuales serán las consecuencias de infringirlas.
  1. Mantente firme cuando impongas un castigo.
  1. Exige sólo en función de la edad y las capacidades de tu hijo.
  1. Se paciente. Los niños se equivocarán muchas veces antes de recordar, sin ayuda, la manera correcta de hacer las cosas.
  1. Aprende a negociar de acuerdo al cumplimiento. Quien cumple mejor con sus responsabilidades, merece mayores libertades.
  1. Mantén la calma. Gritar, llorar y desesperarte es dar un permiso tácito a tus hijos para hacer berrinches, transmitiendo el mensaje equivocado de que esa actitud resuelve muchos problemas.
  1. Contén la Ira. Los golpes e insultos asustan, no instruyen. Dejan heridas profundas en la psique del niño que torcerán sus relaciones en el futuro y los alejarán de ti en el presente.
  1. Dale la oportunidad de explicarse. Algunas veces los hijos hacen elecciones que nos parecen equivocadas por razones moralmente correctas que deben ser tomadas en consideración.
  1. Aléjalo de compañías nocivas, pero no califiques a sus amigos antes de averiguar por qué son importantes en su vida.
  1. Cumple tus Promesas. Perderás toda autoridad sobre tu hijo al no respetar los acuerdos que tú mismo haces con él.